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La “minería urbana”, un futuro lleno de posibilidades

By 17 octubre, 2013 mayo 5th, 2015 No Comments

Por: AEA (Asociación Española del Aluminio y Tratamientos de Superficie)

El aluminio, metal ligero por excelencia, tiene un récord envidiable en cuanto a temas relacionados con la sostenibilidad y las actuaciones para frenar el cambio climático. Los productos de aluminio destacan en dos categorías clave, la conservación de los recursos y la eficiencia energética.

En Europa, en torno al 40% de la demanda de aluminio se nutre del reciclaje de la chatarra de aluminio; esto supone tanto una contribución notable al suministro de materias primas, como una reducción de los residuos.

La industria europea del aluminio sabe bien la gran responsabilidad que tiene en todo lo relacionado con el desarrollo sostenible. Por cada tonelada de aluminio recuperado de la chatarra, se ahorran 4 toneladas de bauxita, 9 toneladas de emisiones de CO2, y hasta un 95% de la energía utilizada para obtener el aluminio primario. La industria se ha esforzado mucho en cerrar el ciclo material; de hecho, en torno al 75% de todo el aluminio producido históricamente sigue estando actualmente en uso, y parte del aluminio que está siendo utilizado en sus numerosas aplicaciones ya ha sido reciclado varias veces.

Los edificios – fuente de materias primas
Los edificios, en particular, tienen una vida útil muy larga, y los materiales y productos utilizados en su edificación solo vuelven al ciclo material y económico tras muchas décadas de servicio. Un famoso ejemplo de aluminio que lleva en uso más de un siglo es la cúpula de la iglesia romana de San Gioacchino que, aunque construida en el siglo XVII, fue revestida de aluminio en 1897. Más de 100 años después, su cubierta de aluminio sigue en estado impecable. Se calcula que actualmente hay unos 200 millones de toneladas de aluminio inmovilizadas a largo plazo en forma de productos para la edificación.

La “minería urbana” cada vez será más importante, dado el enorme potencial que tiene el reciclaje de materiales procedentes de la edificación; su objetivo es devolver al ciclo económico los recursos inmovilizados en infraestructuras y productos para la construcción al final de su vida útil. Estas fuentes urbanas de materias primas, hechas por la mano del hombre, se contrastan con las fuentes tradicionales de materias primas, que conllevan la extracción de metales de la tierra y las rocas. La minería urbana conserva los recursos naturales de la tierra para las futuras generaciones.

En España se destina a la construcción en torno al 50% de la producción de aluminio, unas 200.000 toneladas al año. Como los edificios tienen una vida útil tan larga, se ha establecido una reserva enorme de materias primas en nuestro país, que a lo largo de cinco décadas puede suponer 10 millones de toneladas de aluminio, sin contar los otros metales que se usan en los edificios.

La recuperación de estos recursos tras su uso es de lógica económica y ecológica. La tasa de recuperación y reciclaje del aluminio utilizado en la construcción está entre el 92% y el 96%(1), lo que significa que prácticamente todo el aluminio que se usa actualmente volverá a ser usado de nuevo en el futuro; el aluminio se puede reciclar indefinidamente sin perder ninguna de sus propiedades.
(1)Estudio europeo dirigido por la Delft University of Technology (Holanda)).

Cerrar el ciclo material, no del producto
Durante los últimos años, la industria europea del aluminio ha tenido que hacer frente a demandas de políticos y organismos para que se cierren los ciclos de producto y que se especifique el contenido de material reciclado de los productos. Se supone que un mayor contenido de material reciclado en un producto significa que un método dado de producción conserva recursos, pero este punto de vista es a corto plazo. El enfoque de “contenido reciclado” es sobre todo útil para aquellos materiales donde la cantidad de energía y el coste ahorrados a la hora de reciclar son relativamente bajos en comparación con lo que hace falta para la producción primaria. En la práctica, esto significa que, de lo contrario, estos materiales irían al vertedero o serían incinerados como residuos.

Los productos metálicos, especialmente los productos de aluminio, llevan decenas de años siendo reciclados de forma efectiva y eficiente. El mercado del reciclaje para el aluminio está limitado por la disponibilidad de chatarra de aluminio, y no por el uso limitado del aluminio reciclado. Por tanto, el hecho de pedir un contenido de material reciclado más alto en algunas aplicaciones no aumenta la producción de aluminio reciclado, sino que desvía el aluminio reciclado a algunas aplicaciones específicas para aumentar su contenido de material reciclado, distorsionando el mercado y reduciendo la eficacia medioambiental del reciclaje.

La industria del metal considera que la tasa de reciclaje al final de la vida útil es mucho más importante a nivel medioambiental, ya que es un indicador basado en el ciclo de vida que promueve la conservación del metal.

Dado que el aluminio ni se consume ni se altera durante la fase de uso, esta estrategia promueve la conservación de metal optimizando los programas de recolección y las tecnologías de reciclaje. También promueve un diseño del producto que tenga en cuenta el reciclaje, reduciendo al mínimo las pérdidas materiales durante las distintas fases del ciclo de vida.

El cierre del ciclo material del aluminio asegura que los recursos que ya se han utilizado una vez vuelvan a entrar en el ciclo económico y material al final de su vida útil. La industria del aluminio puede estar muy orgullosa de las tasas de recuperación y reciclaje que tiene, y sigue trabajando para identificar cualquier resquicio en este ciclo material y así poder cerrarlo.